Cunaviche adentro: un canto al llano.
Fueron tan duros los primeros años en la vida de Alí Primera que
apenas a los veintidós pudo terminar la secundaria en el Liceo de
Caracas, luego de que su madre, Carmen Adela Rossell viuda de Primera,
había salido de Coro, donde nació Alí el 31 de octubre de 1942, buscando
mejor vida para ella y sus nueve muchachos. Después de peregrinar por
diversos lugares de la península de Paraguaná, llegaron a la capital
venezolana. Ya para entonces había compuesto sus primeras canciones
acompañándose del cuatro, instrumento típico de cuerdas muy usado en
diversos lugares de la geografía venezolana.
Había quedado huérfano a los tres años, ya que su padre, Antonio
Primera, fue asesinado por un reo en el retén de policía donde
trabajaba. A los seis ya ayudaba al hogar aportando lo poco que ganaba
como lustrabotas o vendiendo agua. En sus ratos libres se dedicaba a
construir instrumentos, el primero de ellos, un violín, que nunca usó
porque no le gustó como le quedó.
Definitivamente fue el cuatro el instrumento que le acompañaría
siempre en sus correrías por los caminos del mundo y especialmente de su
país, participando en cuanto mitin político o manifestación estudiantil
de protesta se organizaba por esa época en que se gestaba un movimiento
de rechazo a los gobernantes surgidos del llamadoPacto de Punto Fijo,
que había sacado del poder al dictador Marcos Pérez Jiménez el 23 de
enero de 1958 pero no respondían a las expectativas populares,
especialmente por haber entregado la explotación del petróleo a las
multinacionales norteamericanas con muy pocas ganancias para Venezuela.
El dulce sonido de esa pequeña y frágil caja de madera encordada es
el que se asoma tímidamente debajo de la torrentosa voz de Alí cuando
canta acariciando cada palabra de su propia poesía:
Va cabalgando el llanero
oliendo a sudor de vaca
y al cafecito negro
que bebió en la madrugada
va cabalgando el llanero
Pareciera que se está acercando a una ventana a poner una serenata sin querer despertar a nadie, casi musitando:
Lo acompaña su tonada
cuando le canta a la luna
cuando la luna tiene agua
huele a no sé qué la brisa
se pone a ladrar el perro
y va llorando el llanero
aunque no escuchen, él canta
Sus
cuerdas vocales se van acercando al tono firme que marca su
interpretación. El sonido de su instrumento reclama protagonismo y va
marcando el ritmo de seis octavos, característico del joropo:
Canta el gallo en la mañana
pero nadie ha averigüao
cuando es que’tá triste el gallo
cabalga
siempre el llanero
llorando
siempre el llanero
Es
que Alí Primera se emociona dibujando nítidamente el color local del
llano, al punto que, aunque el oyente nunca haya estado allí, se
involucra en una especie de plano secuencia cinematográfico, con
imágenes claras que van describiendo no solo el paisaje sino la triste
condición de servidumbre en que ha vivido siempre el peón de ganadería,
esclavizado por los latifundistas dueños de los grandes fundos o hatos
de las extensas sabanas venezolanas, algunos de los cuales tienen hasta
cien mil hectáreas de extensión, con pista de aterrizaje y grandes
mansiones con piscina, a pocos pasos de las miserables barracas o
caneyes donde viven quienes trabajan sin horario ni fecha en el
calendario, en medio de las inclemencias del clima para seguir
engrosando la fortuna de sus patrones.
Luego de un breve puente
instrumental donde se suman la guitarra y el bajo pero extrañamente no
aparecen las maracas criollas, llamadascapachos, la canción nos va
llevando al núcleo de la historia triste del mal llamado pata al suelo,
como despectivamente denominan al llanero:
Chapoteando en el estero
una bandada de corocoras
que se eleva hiriendo al cielo
vuelve más triste al llanero
que le canta a la tristeza
que en el caney se metió
Aquí,
Primera arremete con todos sus recursos vocales para transmitirnos el
drama del hombre solitario que habita en medio de la llanura cubierta de
agua, también llamada estero, pero que él prefiere llamar cunaviche,
que en lengua aborigen significa llano inundado, que vive en el caney,
rancho de palma sin paredes, y duerme en la hamaca colgada de los
horcones que soportan la vivienda, si es que así puede llamarse. Sus
únicos compañeros son el perro, el gallo, el caballo y las corocoras,
aves zancudas de largo pico y fosforescente plumaje rojo, muy parecidas a
los flamencos.
En este momento ya no hay marcha atrás. Hasta el
ser más insensible se conmueve con la vida del anónimo ser con el que
Alí se solidariza en su poesía silvestre, sin ninguna clase de
rebuscamientos idiomáticos:
Nunca la puede sacar
porque la lleva por dentro
el llanero canta y llora
el llanero canta y cabalga
el llanero canta y llora
el llanero canta y cabalga
“Esa
parte fue la que más me conmovió, la que me ablandó el corazón por
completo cuando la escuché por primera vez”, dice el maestro Rafael
Ithier, director de El Gran Combo de Puerto Rico, evocando aquel 3 de
febrero de 1975 cuando llegaron a Caracas a participar en el Primer
Festival Mundial de la Salsa en El Poliedro, un recinto que no tenía
nada que envidiarle al Madison Square Garden de Nueva York.
“A
pesar de que no tenía mucho tiempo porque la actuación de nosotros era
al día siguiente, asumí el reto de llevar a la salsa ese ritmo, que no
sabía ni cómo se llamaba, pero respetando su atmósfera poética y el
canto casi ritual de este hombre que tenía pinta de árabe, recuerda
emocionado Ithier. En menos de cuatro horas tenía listas las partituras y
nos pusimos a ensayar. Lo primero que le pregunté a Andy Montañez fue
si era capaz de cantarla un tono más arriba, lo cual requería un gran
esfuerzo vocal, especialmente en esa parte que dice: nunca la puede
sacar, porque la lleva por dentro.
Andy, que nunca se le ha arrugado a nada, me dijo: ¿y cuál es el
problema, Rafa? En ese momento, Charlie Aponte, que estaba bastante
muchachito todavía, aportó la idea de hacer la segunda voz en las partes
más suaves y tiernas de la canción. El caso es que le dimos bien duro a
los ensayos y nos llevamos ese as bajo la manga para El Poliedro,
sabiendo que la gente la recibiría como un homenaje a Venezuela. Bueno,
ya sabes lo que pasó. Aquello fue el paroxismo total, a pesar de que al
principio de la interpretación algunos puristas se mostraron escépticos
porque pensaban que íbamos a irrespetar el folclor venezolano. Pero
después…¡muchacho! Esas veinte mil personas se emocionaron de una manera
como pocas veces he visto en setenta años de andar en la música”.
¡No
jodaaaa…me has hecho llorar! No fue fácil contactar a Andy Montañez
por su continuos viajes, pero gracias a la gestión de Álvaro Gómez
Cuartas, su representante en Colombia, lo ubicamos en Manizales cuando
vino a comienzos de enero a la feria. Con el ánimo alterado, al extremo
de confesar que lloraba de emoción porque le estábamos recordando uno de
los momentos más gratos de su medio siglo trasegando por los escenarios
del mundo, prometió que la montaría con su orquesta para cantarla en el
próximo Carnaval de Barranquilla en la Cancha de Nueva Granada, junto
con Matilde Lina, el primer vallenato que se llevó a la salsa, pero que
no las ha vuelto a cantar en vivo desde que se retiró del Gran Combo en
1977 para ingresar a la Dimensión Latina.
Y no resiste la
tentación de cantar a capella ese verso central, el almendrón de
Cunaviche Adentro… Nuuuunca la puede sacaaaaaaaar, porque la lleva por
dentroooooooo…el llanero canta y llora, el llanero canta y cabalga… “No
jodaaaaa…me has devuelto la película, mi hermano, dice Andy con la voz
quebrada. Esos son los momentos grandes que nos regala Dios, que es el
que me mantiene en pie. Y sigue tarareando la canción con su potente voz
a pesar de que acaba de despertarse luego de cantar hasta las tres de
la mañana y aún no ha desayunado. “Rafael Ithier siempre ha sido un
visionario. Charlie y yo cantamos la canción pero él fue quien tuvo la
iniciativa de montarla. En ese festival se presentó una confusión a la
hora de dar el veredicto porque un jurado panameño tuvo que regresar de
urgencia a su país y no entregó la puntuación, por lo cual le dieron el
primer puesto a la Típica 73 pero un tiempo después ellos devolvieron la
Copa Presidente como se llamaba, y Rafael la tiene en su casa al lado
de loscongos de oro que la orquesta ha ganado en Barranquilla”, recuerda
Montañez.
En Youtube hay una grabación de esa interpretación,
al parecer la original, con algunas deficiencias técnicas, en la que se
alcanzan a escuchar voces del público que dicen ¡no, no, noooo…aguanta!
Es la introducción y desarrollo de la primera parte, en una especie de
tempo rubato (tiempo robado) donde, tanto la orquesta como las voces,
aceleran y desaceleran, combinando con canto alterno, algo inesperado
en un festival de salsa, lo que genera esa reacción, pero cuando entra
en el ritmo salsero se produce una estruendosa ovación que llega al
frenesí cuando Ithier y sus muchachos logran ejecutar fielmente el seis
octavos del joropo con una orquestación que hasta entonces no conocían
los venezolanos, y al rematar con un redoble frenético, produce el
éxtasis colectivo.
Esa grabación fue posteriormente masterizada, corregida y publicada
en la producción Mejor que Nunca, en 1976, pero jamás se grabó
totalmente en estudio, seguramente porque es imposible imprimirle la
emoción, el sabor y el calor que se lograron en el festival y le dieron
dimensión internacional a esta obra de Alí Primera, reconocido por
canciones como Los Techos de Cartón, No Basta Rezar, Canción Mansa para
un Pueblo Bravo, Abrebrecha y Mama Pancha y muchas más, la mayoría de
contenido sociopolítico, que lograron impactar a mucha gente en
Latinoamérica y Europa. “Mi canción no es neutral, ni me la canto a mí
mismo, por lo tanto, tiene amigos y enemigos”, solía decir.
Esos
enemigos fueron lo que obligaron al llamado Cantor del Pueblo a partir
hacia Europa para salvar su vida que estaba en serio peligro. Eran los
tiempos en que la CIA operaba encubierta en Venezuela a través de la
funesta Digepol, apoyando al gobierno de Raúl Leoni para apaciguar los
brotes de insurgencia en campos y ciudades. Abandonó los estudios de
ingeniería química en la Universidad Central de Venezuela y se marchó a
Rumania a estudiar tecnología del petróleo, apoyado por una beca del
Partido Comunista de su país, pero desiste de terminar la carrera porque
siente que su destino en ese campo sería ponerse al servicio de las
compañías petroleras explotadoras. Recorre varios países desempeñando
todo tipo de oficios para subsistir. Canta en parques, lava platos.
Cualquier cosa menos vender su canto. Permanece algún tiempo en
Suecia, donde conoce a Taria Osenius, con quien tendría después sus dos
primeras hijas. En la antigua República Democrática Alemana logra grabar
su primer disco y se demuestra a sí mismo que su obra cala
profundamente en todo tipo de oyentes por lo cual decide regresar a su
tierra a asumir la militancia política abierta teniendo como única arma
la música. La radio lo veta y él rechaza de plano presentarse en la
televisión comercial porque considera que su obra se va a diluir y
prostituir en medio de anuncios de jabones, refrescos y toallas
sanitarias.
Opta por lanzarse a las plazas y universidades llevando un equipo
de sonido en su camioneta y se financia vendiendo los acetatos que
contienen las canciones grabadas con sus ahorros. Crea el sello Cigarrón
y sus discos empiezan a circular por toda la geografía venezolana
convirtiéndolo en un fenómeno de masas. Paradójicamente, la radio sonaba
sus canciones pero interpretadas por Los Guaraguaos y el Grupo Ahora,
de Venezuela o por Los Bukis, de México.
El 10 de marzo de 1977
conoce a Sol Musset, la única mujer que logró llevarlo al altar y con
ella tuvo a Sandino, Juan Simón, Servando y Florentino. Estos dos
últimos se hicieron famosos con el Grupo Salserín y posteriormente con
su propia agrupación. De ellos, Sandino es quien abrazó con más fervor
la causa revolucionaria de Alí. Luego de grabar dos producciones
comerciales con la disquera de Ricardo Montaner y darse cuenta de que la
obra de su padre merecía ser divulgada, reorienta el rumbo, ya como
solista o con el Colectivo La Cantera y se vincula abiertamente al
proceso revolucionario de Hugo Chávez.
Mi padre sería Presidente
hoy día. A través del teléfono, Sandino Primera suena muy convencido de
lo que dice. No duda de que si Alí Primera no hubiera muerto en aquel
accidente de carretera el 16 de febrero de 1985, que nunca se ha podido
aclarar si fue inducido por manos criminales que manipularon los frenos
de su camioneta, tarde o temprano hubiera llegado a la Presidencia de
Venezuela. “Saco esa conclusión cada vez que hago contacto con la gente
que lo conoció o cuando leo los artículos de prensa que reseñaban su
poder de convocatoria. Me dicen que era algo fenomenal. Yo apenas tenía
seis años cuando falleció pero alcancé a percibir su dimensión humana,
su grandeza de hombre humilde comprometido con la suerte de su pueblo y
su valentía para hablar y actuar. Sin lugar a dudas, estaría en
Miraflores o sería un pilar muy importante del gobierno bolivariano de
Hugo Chávez, quien ha reconocido muchas veces cuánto lo inspiró mi padre
con sus canciones y su pensamiento político”, concluye.
Los
cunavichómanos. Si bien la versión de Alí Primera es poco conocida en
nuestro medio, la de El Gran Combo de Puerto Rico es muy popular en los
estaderos de salsa, aunque pocas veces ha sonado en la radio. Son muchos
los adeptos que tiene esta rara pieza a la que Ithier le hizo un
arreglo in crescendo, que descresta a quien la escucha por primera vez,
sobre todo en un ambiente rumbero, pero que después no tiene más remedio
que incorporarla a lista de sus preferidas a pesar de que toca un tema
rural, de una cultura ajena a su propia realidad citadina. Tal vez esto
se deba a la fuerza interpretativa de Andy Montañez, o a la letra de Alí
o al momento irrepetible en que se presentó ante un público enardecido.
En todo caso, son muchos los cunavichómanos, entre ellos los
integrantes del Colectivo Cunaviche Adentro, de Cartagena, fundado en
1999, que ha realizado más de treinta reuniones de coleccionistas donde
nunca falta la canción.
Hey, yo estuve allí. Tratando de encontrar en Caracas a alguien que
hubiera estado en el Primer Festival Mundial de la Salsa, llamé a mi
amigo y colega Adlai Stevenson, quien reside en Barranquilla, para ver
si me ayudaba con algún contacto. Mi gran sorpresa fue grande cuando me
dijo: “Hey, yo estuve allí. Ha sido una de las más gratas experiencias
de mi vida. Me había ido a Venezuela detrás de una novia. Cuando llegué a
Caracas en diciembre de 1973 llevaba el cabello largo y muy viva mi
vocación por el rock. Pero esa ciudad, con un vertiginoso ambiente
musical Caribe trastocó mis costumbres. No fue para nada extraño que en
un ambiente de ebullición salsera como el que se vivía en esos tiempos
se creara un festival mundial con premiaciones para las orquestas
participantes, unas 42 agrupaciones (por Colombia estuvo extrañamente
Pacho Galán, sin ser precisamente un grupo salsero) entre ellas 24
venezolanas
Alí Primera era un héroe cultural nacional de primer orden y su tema
Cunaviche Adentro y otros de este cantautor sonaban en la radio siendo
la pieza de resistencia en los conciertos políticos universitarios. Un
tema, además, lento, cantado con telúrico dramatismo y de difícil
adaptación desde el folclor venezolano al alfabeto de la salsa. Así que
cuando el Gran Combo inició su particular versión de la canción en ese
Primer Festival Mundial, el público se encontraba en estado de franca
resistencia, pero cuando asimiló plenamente el coro, inserto en el
montuno de Cunaviche Adentro, aquello fue una verdadera locura
nacionalista.
Terminada la presentación el público siguió aplaudiendo y gritando
estrepitosamente por varios minutos. A nadie le quedó en duda que El
Gran Combo era el imbatible ganador de aquella lid que fue saludada al
día siguiente por la prensa caraqueña como una innovación folclórica
venezolana dentro del mundo sonoro de la salsa y la definitiva
consagración internacional de Alí Primera.