Fue en ese llano,
en el que nació el joven cantautor nombre Iván Guédez. Desde muy
temprana edad se ha desempeñado como difusor y exponente del canto
llanero. Después de calentar el entusiasmo en la competencia de algunos
festivales, ha reunido un racimo de canciones, como persogo de sonidos
para lo fue su primera producción musical. Son temas de rigurosa
selección que entretejen su voz con los sonidos del arpa, cuatro,
maracas y bajo.
El disco se titula “Entre coplas y
romances”, respaldado por Producciones Yaruro, Guédez hace gala de la
variedad de ritmos tradicionales del folklore llanero y de unos
pasajitos que se nutren con amor, paisaje y llano, llano, llano… y más
llano.
El gabán, pajarillo, zumba que
zumba, carnaval, guacharaca por menor y entreverao, le permiten tremolar
el eco recio que se pierde en el infinito, como el legendario grito de
“vuelvan caras” que desde Las Queseras del Medio, todavía vibra bajo los
cielos apureños cada vez que se hace un gesto de patria, esa patria que
es más nuestra cuando un joropo la enlaza.
Una voz de amanecer Son
catorce temas. Dos de su autoría. Seis de la pluma de su padre Ariardo
Guédez y las demás seis de conocidos autores del folklore llanero, que
con su aporte nos permiten a través de los sonidos de este álbum oír la
brisa en las pencas de las palmas, escuchar el chapaleteo de los coporos
en el caño, ver un galápago lagunero resbalándose del palo curtido del
asoleadero y sentir el aroma del mastrantal removido por un rebaño de
ganado que se desplaza por esas lejanías de orillas de carretera,
siguiendo la tonada de un cabrestero hasta perderse bajo el manto rojizo
del atardecer.
De “Entre coplas y romances”, se
reafirma el temperamento de tierra bravía en “Yo también soy elorzano”;
la tentativa amorosa se hace metáfora llanera en “Esperanza o
resignación”; los sentimientos del veguero desconsolado afloran en
“Juzgaste sin razón” y el desafío de zaparle una pela a un retoño de
“guayabo”, se vivifica en el tema promocional “Y que iba a morirme”, de
la autoría José Gregorio Archila. Así se va trochando de número en
número, de surco en surco, de sabana en sabana, de pueblo en pueblo, de
río en río, sabiendo que la vida apenas comienza, así como comienza la
alborada en el llano con trinos de arrendajo. |