Y
es que así es la gente que nace en la parroquia Zuata del municipio
José Gregorio Monagas, del estado Anzoátegui, el preciado rincón de
Santa Rosalía de Palermo, que desparrama sus bendiciones a la feligresía
igual le llueven los actos invocatorios y de fe.
Los arpistas del Orinoco
Oyendo
tocar a esos viejos arpistas venidos del costo Orinoco, que ejecutaban
la “camoruca” con golpes barajustados y a los cantantes hechos por la
misma madre naturaleza fajarse verso a verso, se le inculcaron las
facultades para convertirse en cantante llanero y después, de tanto
contemplar paisajes bonitos, faenas rudas y ver despuntar las
primaverales espigas de las mujeres de su pueblo, comenzó a escribir sus
primeras canciones, a lo largo de ese camino llanero que entre Zuata y
Pariaguán, entre Pariaguán y Mapire, entre Mapire y Guanipa.
El taladro como tarima
Con la llegada de los trabajos que ejecuta la industria petrolera
al sur de Anzoátegui, Condales ingresa a la nómina de producción, sin
desprenderse de su pasión por el canto. En el año 2005, realiza su
primera grabación discográfica con el título “Joropo, llano y despecho”,
con canciones de su autoría y de nuevos talentos, como su primo Luis
Albert Condales y Axel Sandia. Este trabajo fue el puente para atravesar
esa franja inicial que existe entre del anonimato y darse a conocer,
decirle al público: “aquí estoy, yo también quiero cantar”, como lo dijo
hace 37 años Reynaldo Armas.
En ascenso
Después de ese primer “maíz para los pericos”, en
2007, Luis Condales sale de los estudios Pom de Barquisimeto, bajo la
coordinación técnica de Alejandro López, el acompañamiento musical del
maestro José Archila y la dirección musical del apureño Víctor Véliz,
con su segundo disco, que lleva por nombre “Recordando a mi llano”, en
el que registra catorce temas, sintiendo el respaldo del público en sus
presentaciones en vivo y a través de la radio con los temas “El cinco
uñas”, golpe de su autoría y “Troncón quemao”, pasaje del cantautor
anzoatiguense Nino Ruiz.
La suerte echada
Como ya la suerte está echada, Condales, volvió
a poner su talento en manos de Alejandro López, la dirección musical
del maestro Julito González y la dirección artística de Víctor Véliz y
Marcelino Garrido, para lograr su tercera producción discográfica a
finales de 2011, la cual tituló “De nuevo Luis Condales”. De allí
extrajo los promocionales “Soñadora” del maestro Alí Aular y “Borracho y
limpio” de la creación del mismo Luis Condales.
En esta nueva producción, en la que ata
un persogo de catorce canciones, le acompaña en el arpa Julito
González, en el cuatro Ramón Mota, en las maracas Wuilmer Montilla y en
el bajo Gailabi Jiménez. Quizás por la madurez, por la experiencia y el
empeño en ir haciendo las cosas mejor, este disco le da un nuevo perfil a
la carrera artística de Luis Condales. Cuida bastante la parte vocal,
en los arreglos musicales hay esmero y en la estética del producto también salva la imagen.
Allí,
una vez más manifiesta la metáfora que une al llano con el amor, el
paisaje con la nostalgia, la mujer con la galantería, el lamento o la
ilusión infinita; la chanza y la jodienda que es parte vital del ser
llanero; la identidad y la fortaleza de sentirse hombre dispuesto para
las mil batallas que desafía el hacer prosperar la vega, o en este caso,
la guardia de día o de noche en el “infierno” que es un taladro
petrolero.
En
este álbum, Condales incluye canciones de Manuel Garrido, el del
“Guayabo llorón”, de Adolfo Valera, de Víctor Véliz, de Alcides Pérez,
de Jesús “chúa” Contreras, de Alí Aular, de Silvio Blanco y de Carlos
Andrés Gómez. Calidad de sobra. |